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Imagen de cabecera: Oleo "Ponteja Cal y Canto". Autora: Josefa Alonso Pinos, excelente pintora natural de Villoria de Orbigo.
La Ponteja Cal y Canto es un ojo de puente que se conserva a las afueras del pueblo, construido con los materiales que su nombre indica, y que según parece, construido en época romana, origen también del nombre del pueblo, llamado entonces Villa Aurea. Además de éste, existen otros restos de la misma época, probablemente una termas, alnoroeste delpueblo, en la zona llamada San Adrián, en la que además hubo también un núcleo habitado del que no quedan restos

Cultura


Dedico esta primera entrada de la sección "cultura", a reseñar la publicación de un libro, algo que no parece muy habitual hacer en un pueblo.

Quiero en primer lugar señalar que la lectura de este libro ha sido, entre otras cosas, una de las cosas que más me han ayudado a poner en marcha este blog.  

Valioso documento para que nuestros jóvenes valoren todo lo que hoy disfrutamos, y futuras generaciones conozcan lo que nuestros padres padecieron para criarnos y educarnos, 


Escrito por el paisano de este pueblo D. Florencio Acebes Fuertes, y editado por Liber Factory. Está disponible en papel y ebook en el enlace del título.

Tiene D. Florencio aproximadamente la edad de mis padres, es decir, nació poco antes de la guerra.

Nos cuenta en este entrañable libro la vida diaria de este pueblo en los duros años de mitad del siglo pasado.
Imagino que como toda la gente de su edad, deben sonreír hoy, viendo a las generaciones posteriores tan asustadas ante esta crisis que nos parece el fin del mundo, ¡con lo que ellos pasaron para sacarnos a los de nuestra generación adelante!

A los nacidos antes de los años 70, les sonarán,como a mí algunas de las cosas que cuenta. Otras muchas, de haberlas oído de nuestros padres, y sobretodo de nuestros abuelos en las noches de reuniones familiares cuándo unos y otros rememoraban hechos de entonces. 

A lo largo de sus capítulos - Un pueblo, La fiesta, Las sementeras, Las norias, La trila, La vendimia, El tabaco, La remolacha, Las navidades-  vamos viviendo, el día a día de la vida de entonces, centrada, como no podía ser menos, en las diversas labores del campo, a la que se dedicaban la mayor parte de los habitantes, salpicadas por distintas fiestas, en las que la religión jugaba -obligatoriamente, hoy sabemos porqué- un papel central, así como otras anécdotas -El bin ban, El Oso Nicolás, El carnaval, El domingo tortillero, La abubilla, etc.-

Reproduzco, con el permiso del autor, los primeros párrafos:

Era un pueblo pequeño,pero como los demás eran aún más pequeños, todo el mundo decía que era un pueblo grande.

Tenía una iglesia con una torre de espadaña alta y esbelta. Tenía también un convento, todo de piedra, con una iglesia grande y una torre pequeña. Y para completar, tenía también una ermita. Todas con sus campanas, grandes las de la parroquia, pequeñas las del convento, pero de fino sonar,  y una en la ermita no muy pequeña.  

La iglesia y el convento sobresalían notoriamente de las demás casa del pueblo, que generalmente eran de dos plantas, y algunas sólo de una.

... Las casas estaban muy diseminadas, con huertos por medio, y era raro el trozo de calle que tenía casas por ambos lados. Las calles eran de tierra, polvorientas en verano y enormes barrizales en invierno. Los huertos estaban llenos de frutales, lo que ayudaba un poco a alegrar el paisaje.

Merece la pena tenerlo en casa, primero para leerlo, y para ponerlo a disposición de nuestra familia y amigos. Tanto los rurales como los urbanitas debemos saber de dónde venimos,y este libro nos lo cuenta muy bien.


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